• Protagonismo activo: la
actividad está protagonizada activamente por niños, adolescentes o jóvenes
acompañados por educadores formales o no formales. El protagonismo juvenil
involucra todas las etapas de diseño y gestión del proyecto solidario,
incluyendo el diagnóstico, planeamiento, ejecución, evaluación y
sistematización. Los “Standards” norteamericanos denominan este aspecto como “youth
voice” (Billigweah, 2008). Quisiéramos subrayar que entendemos por
“protagonismo” que no sólo se “escuche” la voz de los jóvenes y que estos
puedan presentar sus iniciativas, sino que también puedan liderarlas o
compartan la gestión de las actividades (Hart, 1997).
• Servicio solidario:
destinado a atender necesidades reales y sentidas de una comunidad. Se
planifican actividades concretas, adecuadas y acotadas a la edad y capacidades de
los protagonistas, y orientadas a colaborar en la solución de problemáticas comunitarias
específicas. Las acciones son desarrolladas junto con la comunidad y no sólo
“para” ella, apuntando a su activa participación en los procesos de
diagnóstico, planeamiento, ejecución y evaluación, más como co-protagonistas
que como “destinatarios” de la acción solidaria. En todos los casos posibles,
las actividades se realizan en alianza con organizaciones locales. Las
iniciativas pueden estar localizadas en el mismo territorio que la institución
educativa, o dirigidas a comunidades alejadas.
La intensidad y
duración de las actividades se planifica en función de alcanzar los objetivos
sociales y educativos propuestos.
• Aprendizajes
intencionadamente planificados en articulación con la actividad solidaria: el
proyecto articula explícitamente el aprendizaje de contenidos curriculares, en el
caso de las instituciones educativas, o formativos, en el caso de las
organizaciones sociales. En ambos casos, las experiencias son planificadas en
modo de permitir la adquisición y puesta en juego de saberes disciplinares y/o
multidisciplinares en contextos de atención a problemas reales, la reflexión
sobre la práctica solidaria y el desarrollo de habilidades para la ciudadanía y
el trabajo. Especialmente en el caso de las experiencias desarrolladas en
instituciones de Educación Superior, los proyectos de calidad suelen implicar
también el desarrollo de actividades de investigación y de prácticas
profesionalizantes.
El término
“aprendizaje-servicio“ puede designar a experiencias, proyectos o prácticas realizadas
por un grupo específico de personas. También puede referirse a programas, es
decir al conjunto de experiencias que se desarrollan en el marco de planes o
políticas institucionales de aprendizaje-servicio.
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