martes, 6 de febrero de 2018

Qué entendemos por Aprendizaje Servicio

Aprendizaje y servicio solidario
Las experiencias de aprendizaje-servicio permiten a niños, adolescentes y jóvenes aplicar sus saberes al servicio de las necesidades de su comunidad. Simultáneamente, esta acción solidaria en contextos reales les permite aprender nuevos conocimientos y desarrollar saberes para la vida, el trabajo y la participación ciudadana. Este tipo de experiencias permiten realizar una contribución concreta y evaluable a la vida de una comunidad, y también mejorar la calidad e inclusividad de la oferta educativa formal y no formal. (Tapia 2.003)
El término “Aprendizaje-Servicio” se utiliza para denominar experiencias o programas específicos, desarrolladas por un grupo particular de jóvenes o adultos, en el contexto de instituciones educativas o de organizaciones sociales. Designa también una propuesta pedagógica y una forma específica de intervención social.
En las definiciones de aprendizaje-servicio provenientes del mundo anglosajón, a menudo se hace referencia al componente del “servicio” como un medio o vehículo para el aprendizaje, y al aprendizaje-servicio como uno de muchos formatos posibles del aprendizaje a través de la experiencia, y del “aprender haciendo” (HALSTEAD, 1998; STANTON, 1990).
En el contexto latinoamericano, en cambio, muchas instituciones educativas se aproximan a la realidad social primariamente para intentar responder solidariamente a alguno de los muchos y urgentes desafíos que plantea la pobreza y la inequidad de nuestra región. A menudo la valorización del componente educativo de las prácticas solidarias llega en un segundo momento, cuando los educadores han comenzado a reconocer el valor formativo que puede involucrar una acción social.
El contenido pedagógico y el contenido social de las prácticas de Aprendizaje-Servicio son igualmente relevantes. Las experiencias muestran que la pertinencia y eficacia de la actividad solidaria están directamente relacionadas con la calidad de los aprendizajes desarrollados, y con el grado de compromiso y participación de educadores y jóvenes. De la misma manera, la calidad de la acción solidaria a menudo está determinada por la calidad de los saberes involucrados en ella. No se requiere de grandes conocimientos para reunir alimentos perecederos y entregarlos a un comedor comunitario. En cambio, hace falta poner en juego sólidos saberes multidisciplinarios para contribuir a generar emprendimientos productivos sustentables que permitan a una comunidad producir su propio sustento.
En ese sentido, se establece un “círculo virtuoso” entre aprendizaje y servicio: los aprendizajes sistemáticos enriquecen la calidad de la actividad social, y el servicio solidario impacta en la formación integral y estimula una ulterior producción de conocimientos (Tapia, 2009).

Puig (2.009) afirma: “En el aprendizaje servicio el conocimiento se utiliza para mejorar algo de la comunidad y el servicio se convierte en una experiencia de aprendizaje que proporciona conocimientos y valores. Aprendizaje y servicio quedan vinculados por una relación circular en la que ambas partes salen beneficiadas: el aprendizaje adquiere sentido cívico y el servicio se convierte en un taller de valores y saberes”. (p.9)

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